“Ser rico es nada de lo que haya que avergonzarse.”
"Blue Jasmine" es la última película del director neoyorquino
Woody Allen, que este fin de semana ha sido número uno de taquilla en nuestro
país. La historia trata sobre una mujer, Jasmine, que se instala en casa de su
hermana durante un tiempo indeterminado debido a que está arruinada. Como veremos a lo largo de la cinta,
Jasmine no es una persona de trato fácil.
Jasmine es uno de los personajes más complejos que nos ha
dado últimamente el cine norteamericano, y no podía ser de otra manera que su
creador fuese ese excelente guionista que es Woody Allen. Jasmine ha estado
acostumbrada a un ritmo de vida muy alto debido a los negocios de su marido,
que no era más que un estafador, por lo que tras su muerte no tendrá otro remedio
que irse a vivir con su hermana Ginger, con la que mantiene una relación muy distante.
Las dos hermanas no pueden ser más diferentes, puesto que
Ginger es una chica de barrio, cajera, separada y con dos hijos, simpática y
se conforma con lo que tiene. En cambio, Jasmine es egocéntrica, con evidentes trastornos de
personalidad, y que prefiere aparentar ser algo aunque no pueda permitirse serlo (los billetes
de primera clase). Este choque de personalidades va a trastocar la vida de Ginger, y hará que
Jasmine experimente vivencias que con su anterior estilo de vida jamás habría
podido vivir.
Hay que resaltar la dificultad de encarnar a un personaje
como el que da título a la película, ya que no es fácil empatizar con él pero
tampoco se esfuerza en caer bien. Es alguien que tiene un evidente complejo de superioridad, amén de otros muchos trastornos, que le hace tratar como basura a todos los que están a su alrededor, empezando por
su hermana y su novio, al que no deja de llamarle fracasado. Lo cual despierta
nuestra atención siendo su marido un mujeriego y un estafador.
Para dar vida a Jasmine, Woody Allen eligió a Cate Blanchett,
que está impresionante en este papel. No era una tarea fácil, puesto que el 99%
de la película es ella, lo cual podría haber resultado excesivo o anodino, pero
eso no sucede aquí. La actriz saca todo su potencial, que no es poco, para dar
vida a uno de los mejores personajes escritos por uno de los mejores creadores
de Hollywood. Es verdad, Jasmine es borde, distante, altanera, dipsómana, mentirosa
compulsiva, (ni siquiera se llama Jasmine), no se deja querer y por ello es
difícil quererla; sin embargo, uno no puede dejar de mirar a Jasmine/Blanchett
en pantalla y quedarse fascinado ante el monumental recital de la actriz, ya
que a pesar de que nunca se la ha visto en un registro tan misántropo, tampoco
se la ha visto tan bella en toda su filmografía, especialmente cuando llora y
saca a relucir la vulnerabilidad de su personaje (objetivamente ,es de las
mujeres más guapas que pueblan el planeta Hollywood). Cuando salía del cine, oí
a uno de los espectadores decir “¡Qué actriz más maravillosa!” (sí, lo hizo exclamando).
Yo no podría estar más de acuerdo. La actriz australiana hace uno de sus
mejores trabajos, si no el mejor, asegurando probablemente una nominación a los
principales premios de la temporada.
Respecto al resto del reparto, entre los secundarios se
encuentran Sally Hawkins interpretando a Ginger, un personaje que puede caer
peor que Jasmine por lo fácilmente influenciable que llega a ser; Bobby
Cannavale haciendo de bonachón novio de Ginger, con un registro muy diferente
al de su premiado y enorme rol del lunático mafioso Gyp Rossetti de “Boardwalk Empire”; Alec Baldwin como el difunto marido de Jasmine, haciendo muy bien un papel de
triunfador, vividor y canalla que le sale a la perfección; y también sale Michael
Stuhlbarg en un breve papel como dentista de dudosas intenciones.
Detrás de la cámara se encuentra Woody Allen, un hombre tan
dotado para la comedia como para el drama, pero que aquí se decanta por el
segundo género para ofrecernos la radiografía de una mujer que ha estado muy
arriba y ahora ha tocado fondo, y por ende, una crítica a las altas clases sociales y al vacío con el que llenan sus más vacías vidas. El regalo que le ha hecho a Cate Blanchett, y nos ha hecho a los espectadores,
con esta película dedicada a tan singular personaje es de los que no se
olvidan. Allen vuelve al drama tras dos comedias como “Midnight in Paris” y “A
Roma con amor”, siendo su regreso al género el desquiciado retrato de una mujer
que en el fondo está pidiendo ayuda.
El curioso y amargo final es la guinda que redondea el
último pastel de Woody Allen, el cual hay que ir al cine a degustarlo en cuanto se
pueda, ahora que hay tiempo. Pero no se lleven a engaño: aunque nos la
hayan vendido como una comedia, pocas risas hay mientras vemos las idas y
venidas de la triste Jasmine.
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