miércoles, 20 de noviembre de 2013

"Blue Jasmine", White Cate




“Ser rico es nada de lo que haya que avergonzarse.”

"Blue Jasmine" es la última película del director neoyorquino Woody Allen, que este fin de semana ha sido número uno de taquilla en nuestro país. La historia trata sobre una mujer, Jasmine, que se instala en casa de su hermana durante un tiempo indeterminado debido a que está arruinada. Como veremos a lo largo de la cinta, Jasmine no es una persona de trato fácil.

Jasmine es uno de los personajes más complejos que nos ha dado últimamente el cine norteamericano, y no podía ser de otra manera que su creador fuese ese excelente guionista que es Woody Allen. Jasmine ha estado acostumbrada a un ritmo de vida muy alto debido a los negocios de su marido, que no era más que un estafador, por lo que tras su muerte no tendrá otro remedio que irse a vivir con su hermana Ginger, con la que mantiene una relación muy distante.


Las dos hermanas no pueden ser más diferentes, puesto que Ginger es una chica de barrio, cajera, separada y con dos hijos, simpática y se conforma con lo que tiene. En cambio, Jasmine es egocéntrica, con evidentes trastornos de personalidad, y que prefiere aparentar ser algo aunque no pueda permitirse serlo (los billetes de primera clase). Este choque de personalidades va a trastocar la vida de Ginger, y hará que Jasmine experimente vivencias que con su anterior estilo de vida jamás habría podido vivir.


Hay que resaltar la dificultad de encarnar a un personaje como el que da título a la película, ya que no es fácil empatizar con él pero tampoco se esfuerza en caer bien. Es alguien que tiene un evidente complejo de superioridad, amén de otros muchos trastornos, que  le hace tratar como basura a todos los que están a su alrededor, empezando por su hermana y su novio, al que no deja de llamarle fracasado. Lo cual despierta nuestra atención siendo su marido un mujeriego y un estafador.

Para dar vida a Jasmine, Woody Allen eligió a Cate Blanchett, que está impresionante en este papel. No era una tarea fácil, puesto que el 99% de la película es ella, lo cual podría haber resultado excesivo o anodino, pero eso no sucede aquí. La actriz saca todo su potencial, que no es poco, para dar vida a uno de los mejores personajes escritos por uno de los mejores creadores de Hollywood. Es verdad, Jasmine es borde, distante, altanera, dipsómana, mentirosa compulsiva, (ni siquiera se llama Jasmine), no se deja querer y por ello es difícil quererla; sin embargo, uno no puede dejar de mirar a Jasmine/Blanchett en pantalla y quedarse fascinado ante el monumental recital de la actriz, ya que a pesar de que nunca se la ha visto en un registro tan misántropo, tampoco se la ha visto tan bella en toda su filmografía, especialmente cuando llora y saca a relucir la vulnerabilidad de su personaje (objetivamente ,es de las mujeres más guapas que pueblan el planeta Hollywood). Cuando salía del cine, oí a uno de los espectadores decir “¡Qué actriz más maravillosa!” (sí, lo hizo exclamando). Yo no podría estar más de acuerdo. La actriz australiana hace uno de sus mejores trabajos, si no el mejor, asegurando probablemente una nominación a los principales premios de la temporada.

Respecto al resto del reparto, entre los secundarios se encuentran Sally Hawkins interpretando a Ginger, un personaje que puede caer peor que Jasmine por lo fácilmente influenciable que llega a ser; Bobby Cannavale haciendo de bonachón novio de Ginger, con un registro muy diferente al de su premiado y enorme rol del lunático mafioso Gyp Rossetti de “Boardwalk Empire”; Alec Baldwin como el difunto marido de Jasmine, haciendo muy bien un papel de triunfador, vividor y canalla que le sale a la perfección; y también sale Michael Stuhlbarg en un breve papel como dentista de dudosas intenciones.


Detrás de la cámara se encuentra Woody Allen, un hombre tan dotado para la comedia como para el drama, pero que aquí se decanta por el segundo género para ofrecernos la radiografía de una mujer que ha estado muy arriba y ahora ha tocado fondo, y por ende, una crítica a las altas clases sociales y al vacío con el que llenan sus más vacías vidas. El regalo que le ha hecho a Cate Blanchett, y nos ha hecho a los espectadores, con esta película dedicada a tan singular personaje es de los que no se olvidan. Allen vuelve al drama tras dos comedias como “Midnight in Paris” y “A Roma con amor”, siendo su regreso al género el desquiciado retrato de una mujer que en el fondo está pidiendo ayuda.

El curioso y amargo final es la guinda que redondea el último pastel de Woody Allen, el cual hay que ir al cine a degustarlo en cuanto se pueda, ahora que hay tiempo. Pero no se lleven a engaño: aunque nos la hayan vendido como una comedia, pocas risas hay mientras vemos las idas y venidas de la triste Jasmine.

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