"Ningún hombre puede dar latigazos a otro día tras día sin que esto le destroce. Necesita inventar excusas para que esto no le afecte o encontrar una manera de eliminar su sensación de culpa."
"12 años de esclavitud" es la tercera película del director
inglés Steve McQueen, director de las impresionantes y rotundas "Hunger" y "Shame".
La película está basada en la autobiografía de Solomon Northup, un músico de
Nueva York, con mujer y dos hijos, que, tras ser engañado por dos farsantes,
es vendido como esclavo, condición en la que vivirá durante 12 años de su vida.
Cuando tuve noticias sobre el próximo proyecto de McQueen
tras la magnífica "Shame", no podía estar más contento. El director iba a hablar
sobre uno de los períodos más tristes de la historia: la esclavitud. El hype no
hizo más que aumentar cuando vi los nombres del reparto, que cada vez era más
numeroso y formado por actores y actrices de reconocido prestigio. Ya no podía esperar
a ver el tráiler, pero cuando lo vi, me llevé una gran decepción. Creí que
McQueen se había americanizado, es decir, había sido absorbido por la industria
y había puesto su talento para contar una historia al más puro estilo de
Hollywood. Doy las gracias por estar tan equivocado.
La película de McQueen es un impresionante retrato sobre una
de las huellas más pésimas que ha dejado el ser humano en su historia, como lo
es la esclavitud. Y para ello McQueen no recurre a sensacionalismos, no
magnifica la odisea ya de por sí impresionante de Solomon Northup, nacido libre
y luego convertido en esclavo, o en menospreciar a esos deleznables esclavistas
que se hacen llamar "seres humanos".
Steve McQueen le ha dado uno de los enfoques más difícil de
ver en una película, o en una historia que sea digna de contarse, cuando ésta
está basada en hechos reales: la objetividad y la verosimilitud. Sé que puede
sonar fantasioso, pero el director no ha tirado de maniqueísmos a la hora de
retratar a “amos” y a esclavos. Es más, como dice el propio Solomon en defensa
de uno de sus dueños, “es lo que es por culpa de las circunstancias”.
Simplemente increíble. Y es que como se demuestra en esta película, las
personas actúan como actúan, o no lo hacen, por culpa del miedo. La magistral secuencia del intento de asesinato a Solomon por parte del personaje de Paul Dano, quedando el primero casi colgado por completo de una soga por el cuello durante varias horas, apoyando débilmente los pies en el suelo para no morir, mientras el resto de esclavos miran hacia otro lado, solamente recibiendo ayuda de una chica que le da agua de beber, ejemplifica muy bien esta idea.
La valentía del director está presente en las dos horas y
cuarto que dura la película. McQueen no busca mediante efectismos que sintamos
simpatía o antipatía ante los personajes; McQueen no juzga. Él nos muestra los
hechos, nos muestra a las personas, pero no nos dice que es lo que está bien y
qué lo que está mal. Nos plantea ciertas preguntas que los espectadores
deberemos contestar según transcurre el curso de la película, y mucho después de que ésta haya finalizado.
McQueen, entre otras de sus virtudes, acierta de lleno con
el uso del plano secuencia como elemento clave para la verosimilitud de la
narración. Habrá gente que piense que éste un recurso para recrearse en las
duras, realistas y agónicas escenas de violencia que se suceden a lo largo de
todo el metraje. Por el contrario, creo que es una excelente herramienta que
usa el director para obligarnos a mirar y a no huir de la acción. Sirva como ejemplo uno de los castigos que infrige el personaje de Michael Fassbender al personaje de Lupita Nyong'o.
Otro de los elementos que destaca es, como he dicho en el
párrafo anterior, la violencia. Pero no es una violencia espectacular,
estética, acompañada de una banda sonora épica que engrandezca o disminuya el efecto
de lo que estamos viendo en pantalla. La violencia es dura, no es cinematográfica, es
continuada, es tanto verbal como física, y sobre todo, es natural e intrínseca. McQueen no
se encarga de dulcificarla, porque, al igual que la belleza de esos
impresionantes paisajes de Louisiana, la violencia también era implícita de esa
época y lugar. Como dijo el propio McQueen, presente en la sala antes del
preestreno, “las cosas más horribles suceden en los lugares más bellos”.
En el reparto, hay que destacar al absoluto protagonista de
esta historia, Chiwetel Eijofor. No creo que haya calificativos suficientes
para elogiar y ensalzar la labor del actor británico. Eijofor es Solomon
Northup con sus inseguridades, sus miedos, su esperanza y su amor. Si bien era
conocido por roles secundarios en grandes producciones, aquí el actor está
increíble y da una autentica clase magistral de mimetización con su personaje,
y no creo que la obtención de un premio u otro haga justicia. El otro
intérprete que aquí vuelve a estar sobresaliente es ese talento llamado Michael
Fassbender como el esclavista Edwin Epps. Acostumbrado a hacer papeles de buen
tipo, o en algún caso de magnífico villano, aquí se introduce en uno de los
registros más difícil de conseguir por su dificultad: la maldad hecha carne. Y
Fassbender sale airoso sin tirar de histrionismos ni sobreactuaciones,
simplemente otorgando al personaje algo casi imposible de encontrar en él:
humanidad. También sobreslaen las magnificas actuaciones de Lupita Nyong’o,
como la sufrida Patsey; Benedict Cumberbatch como engañoso dueño esclavista;
Paul Dano repitiendo como inconsciente perturbado; Paul Giamatti como insensible
vendedor de esclavos; Sarah Poulson como la odiosa y rencorosa mujer de Edwin
Epps; o el abolicionista interpretado por Brad Pitt.
Steve McQueen ha sido el encargado de dirigir esta
monumental obra de arte. Mcqueen ha vuelto a conseguir otra pieza maestra que
es, si cabe, aún mejor que sus dos anteriores incursiones en el cine, con las
que comparte un mismo tema: la falta de libertad. No creo que haga falta decir
más aparte de lo comentado en párrafos anteriores. McQueen se erige como uno
de los mejores de la actualidad y de su generación, a la altura de Quentin Tarantino,
Paul Thomas Anderson o David Fincher, y con una sensibilidad sobre lo que cuenta que todavía no he visto en ningún otro director.
También hay que alabar la excelente adaptación que ha hecho
el guionista John Ridley de la biografía de Solomon Northup, y la banda sonora
que, con dos temas que se repiten algunas veces en la película (uno de ellos es casi idéntico al tema principal de "Shame"), sirven para
redondear aun más el milagro que consiguió el protagonista de esta historia.
Hace poco dije sobre “Prisioneros” que era la mejor película
que había visto este año; ahora rectifico y digo que "12 años de esclavitud" es la mejor película del año, y una de las más brillantes que hemos visto en mucho tiempo. no me queda más que recomendar efusivamente esta
devastadora y brutal obra maestra, que se quedará para siempre en las retinas y en la
memoria de todos los espectadores.
P.D. Agradezco enormemente a "Días de Cine" la organización del preestreno de esta película, y la interesante entrevista que se hizo al director Steve McQueen antes de la proyección de la misma, para placer de todos los espectadores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario