"No sé quién es usted ni sé lo que quiere. Si espera cobrar un rescate, le aviso de que no tengo dinero, pero lo que sí tengo es una serie de habilidades concretas, habilidades que he adquirido en mi vida profesional, habilidades que pueden ser una pesadilla para gente como usted. Si suelta a mi hija, todo quedará zanjado, pero si no lo hace, le buscaré, le encontraré y le mataré."
El cine acción es un género que nunca ha parecido contar con
el cariño de los críticos, es decir de los entendidos, pero que normalmente es
uno de los que más triunfan en taquilla. Sufre el mismo ataque que la comedia
moderna, no la clásica, que ésa es intocable (no es un reproche, es una realidad). Si bien el cine de acción parecía
haber tocado techo en los 80 siendo el director más representativo John McTiernan, y en estos tiempos estaba de capa caída,
hace unos añitos se estrenó “Venganza”, un peliculón que deja sin respiro y
que redefinió a Liam Neeson como el héroe de acción del siglo XXI y que,
yéndonos al principio del párrafo, consiguió poner de acuerdo a crítica y público, haciendo resurgir el género de acción.
“Venganza” cuenta la historia de Bryan Mills, un ex agente
de la CIA que verá como todo su mundo se derrumba cuando escuche, mediante
relato telefónico en primera persona, el secuestro de su hija, Kim, y una amiga, a las
pocas horas de llegar a París. La banda que la ha secuestrado se dedica a la
trata de blancas, y según un consejo de un compañero y amigo suyo, tiene un
plazo máximo de 96 horas antes de que se pierda la pista de Kim y no pueda
encontrarla jamás.