martes, 14 de enero de 2014

"La caza", el poder de la mentira



"Yo creo a los niños, Lucas. Nunca mienten."

“La caza” es la última película del danés Thomas Vinterberg, famoso por su ópera prima “Celebración”. En el título que hoy nos ocupa, nos habla sobre el poder que tiene la mentira, la rumorología, y sobre todo, los niños, ofreciéndonos un relato de incomodísima y opresiva atmósfera que plantea varias cuestiones morales.

Lucas es un afable profesor de guardería de un pequeño pueblo danés que está rehaciendo su vida tras un divorcio que intuimos complicado. Un día, Klara, una niña que va a la guardería y que es hija de su mejor amigo, dice una mentira no muy inocente sobre Lucas, y lo que a priori no debería tener mucha importancia, debido a la incompetencia de la directora del centro y atendiendo a ese dicho que reza que “los niños siempre dicen de verdad”, la vida de Lucas dará un giro de 180 grados, viéndose envuelto en una tortuosa espiral de violencia, rechazo, y deshonra.


La premisa de la película recuerda mucho al clásico de William Wyler “La calumnia”, protagonizada por Audrey Hepburn y Shirley MaClaine, en la que una niña bastante rebelde lanzaba un bulo sobre la sexualidad de sus profesoras (decía que son lesbianas), provocando un abandono masivo del alumnado de dicha escuela, y enfrentando a las dos mujeres al rechazo social y a la intolerancia de una época. En la que nos ocupa, la niña de rigor acusa de un delito muy grave y sórdido a su profesor: la pederastia.

A pesar de que se nos repite varias veces que Klara es una niña que tiene bastante imaginación, la simple acusación de la muchacha parece que baste para sentenciar al profesor, pues como se observa mediante los personajes de la directora y el psicólogo, la niña parece más bien condicionada que interrogada sobre lo que dijo. Los adultos casi no parecen molestarse en pedir el relato de los hechos desde el punto de vista de Lucas, a pesar de que no ha contado con antecedentes que pudiesen probar la conducta que se le recrimina.

La mentira aumenta de manera irracional cuando los demás niños dicen también haber sufrido dichos abusos y los adultos les respaldan, a pesar de no contar con pruebas evidentes (la ubicación del sótano). Por ello, personalmente veo casi más culpable a la odiosa directora de la guardería, por hacer una montaña de un grano de arena que ni siquiera es verdadero, que a Klara. Aparte de todo esto, el drama de Lucas se traslada a su novia, una joven extranjera que acaba de llegar como profesora a la guardería en la que trabaja, y a su hijo Marcus, que también sufre el rechazo (el mercado) y la violencia (la muerte de Fanny). De este modo, el director consigue lo que se propone, asfixiando e incomodando al espectador de inmensa manera, haciéndonos temer  lo peor sobre el desenlace de esta historia.


Dando  vida a Lucas está el excelente actor danés Mads Mikkelsen, conocido por su papel del villano Le Chieffre en la impresionante “Casino Royale”. Aquí, dando muestra de su versatilidad, compone un hombre corriente que se ve superado por las circunstancias cuando un pueblo entero le cree culpable de delito que no es más que la mentira de una niña. La interpretación de la niña, Klara, corre a cargo de Annika Wedderkopp, que con sólo 5 años es capaz de aunar envidia e inocencia siendo verosímil y muy creíble.

El director y guionista Thomas Vinterberg se encarga de la puesta en escena de este impresionante retrato sobre el poder de la mentira, en la que a veces usa trucos que bordean la verosimilitud (el interrogatorio del psicólogo infantil), pero que finalmente entrega una obra incomodísima de ver, ya que la incertidumbre sobre lo puede pasar con Lucas está muy latente y muy bien conseguida.

Sólo me queda recomendar esta excelente obra y la aún más excelente interpretación de Mads Mikkelsen, al que acompañaremos a lo largo de dos sufridas horas en busca de la justicia que se le niega. El ambiguo final es de los que crean debate.

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