lunes, 17 de marzo de 2014

"True Detective", maestría de verdad


(AVISO: EL ARTÍCULO PUEDE CONTENER SPOILERS)

"Si lo único que hace que una persona sea decente es la expectativa de una recompensa divina, entonces, hermano, esa persona es un pedazo de mierda."

De vez en cuando aparecen series que se erigen como auténticos fenómenos y cuya repercusión alcanza cotas elevadísimas gracias a las redes sociales como twitter. Creo que no exagero cuando digo que lo que se ha vivido con “True Detective” y las miles de teorías que anticipaban su final podría compararse con lo que sucedió hace varios años con “Perdidos” (guste más o menos) . Y algunas personas que no la hayan visto se preguntarán qué demonios tiene esa serie de ocho capítulos de la que todo el mundo habla. Pues bien, para empezar podría decirse que es lo más genuino que ha salido de la pantalla pequeña en bastante tiempo.

“True Detective” cuenta la investigación policial que persigue la pista de un asesino en serie. La serie abarca un período de 17 años en el que conocemos a los policías encargados del caso, Martin Hart y Rustin Cohle, dos policías tan diferentes como el día y la noche. En ese lapso de tiempo, hay tres momentos bien diferenciados en los que se centra la trama y en los que la narración salta constantemente de uno a otro:

 - 1995, cuando tiene lugar el asesinato de Dora Lange, en el que se inicia la investigación que trata la serie.

  - 2002, cuando la relación (a lo mejor amistad sería decir demasiado) de los dos agentes se rompe.

 - 2012, cuando un par de policías entrevistan a Cohle y Hart, por separado, para esclarecer lo sucedido en torno a la investigación del asesinato de Dora Lange con el pretexto de que los archivos relacionados con el caso se perdieron en una inundación.


A priori, puede parecer otra serie policíaca basada en el esquema de las “buddy movies”. Se podría decir que sí, pero ésa sería una afirmación demasiado simplista, porque “True Detective” es mucho más. La serie es un demoledor retrato de dos personajes consumidos y que lo estarán aún más cuando se topen con el caso de sus vidas. Es la narración de una escabrosa trama criminal en la que la maldad humana se expondrá de cruel  y pesimista manera. Y también es una realista estampa sobre la vida sureña americana, donde, recordando la reciente ganadora del Oscar “12 años de esclavitud”, vemos unos impresionantes paisajes donde suceden las cosas más terribles que podamos imaginar.

Una de las muchísimas virtudes con las que cuenta esta serie es su peculiar estructura narrativa. Como he comentado antes, son tres períodos distintos en los que se sitúa la acción, de los que saltamos de uno a otro para que, de forma muy gráfica, observemos acciones y consecuencias. Salvo en el 2012, periodo que representa el presente, nos trasladamos a los otros dos mediante las entrevistas a los que son sometidos los detectives y la mujer de uno de ellos. Y aquí es cuando la genialidad vuelve a elevarse una vez más cuando, en algunas ocasiones, lo que cuentan los personajes (lo que oímos en sus respuestas) difiere completamente de lo que sucedió en realidad (lo que vemos en pantalla). Por eso me alucina como Cohle y Hart, a pesar de no hablarse desde hace 10 años, mantienen la misma versión sobre el final del caso de Dora Lange, que finalmente no resultó ser tal.

Otro de los protagonistas de “True Detective” es la misma Louisiana, lugar donde transcurren los hechos. Es fascinante como, desde tu sofá, te impregnas de la humedad y del calor típicos del sur americano, del acento de sus protagonistas, y en varios capítulos, incluso parece que prácticamente estás allí; la sensación de inmersión en la historia asusta. Por si esto último no ha quedado claro, los últimos minutos del cuarto capítulo darán fe de ello. Un vertiginoso y brutal plano secuencia de casi 7 minutos de duración en el que nos vemos involucrados en una emboscada de la que parece imposible escapar. La planificación, la dirección, las actuaciones, la osadía del director a atreverse a hacer un nuevo salto doble mortal eleva a "True Detective" por encima de la media, la media de series de gran calidad que hay o ha habido en antena. Esta serie es tan perfecta, que hasta su cautivadora intro, con la canción “Far from any road”, te impedirá que uses el fast foward para saltártela.


Además, esta obra viene marcada con el sello de HBO, canal que revolucionó el tubo catódico e hizo que las ficciones que se hacían en televisión dejaran en calzoncillos a aquellas que veíamos en pantalla grande.  En un momento en el que se hablaba de que otras cadenas como AMC le estaban comiendo terreno, HBO ha dado un golpe en la mesa obsequiándonos con una de las mejores obras vistas en televisión que se recuerden. Personalmente, esta primera temporada de “True Detective” puedo ponerla a la altura de esa obra de arte que es “The Wire”, mi segunda serie favorita. Además, cada temporada de la serie contará con intérpretes e historia distinta, así que funcionan de manera independiente.

Respecto al párrafo anterior, es una pena que no vayamos a ver más a Woody Harrelson y Matthew McConaughey como Martin Hart y Rustin Cohle respectivamente. Su labor de mimetización con los personajes que encarnan es espectacular. Harrelson encarna al que denominaríamos tipo corriente: un poli casado y con dos hijas, en el que la felicidad que se nos vende en un principio es una cortina para la amargura que encierra su personaje. Es alcohólico, mujeriego y unos incontrolables impulsos en los que deja que su lado más animal salga a la luz. A su lado está Matthew McConaughey, que ahora mismo está viviendo el momento cumbre de su carrera, que acaba de coronar con el ansiado Oscar. Aquí, McConaughey encarna a un detective peculiar, en un impresionante ejercicio de economía gestual en la juventud del personaje, pasando a un cuarentón pasadísimo de rosca con demasiada química en la cabeza. Yo prefiero al Cohle contenido, silencioso, aquél que no quiere saber nada de su compañero salvo lo estrictamente profesional. Aparte de esto, McConaughey demuestra por qué es uno de los grandes en el mencionado cuarto capítulo, cuando le toca infiltrarse, para avanzar en su investigación, en un sórdido club de moteros. La irrespirable atmósfera que se destila, las infinitas rayas de cocaína que consume Cohle, su cara, su voz… no creo que sea descabellado pensar, aunque sólo sea por un momento, si McConaughey se metió algo de verdad para lograr esa increíble caracterización.


Respecto al guionista y al director, es de agradecer que sean los mimos en los ocho capítulos de la serie, dando una coherencia narrativa y formal que se alarga a lo largo de toda la temporada. Nic Pizzolato es un profesor de universidad de literatura con par de capítulos de “The killing” en su haber. Hay que decir que su trabajo es encomiable y que es una buenísima noticia que vaya a encargarse de la escritura de la segunda temporada. Si se le puede reprochar algo es que se ha puesto el listón muy, muy alto. El director es Cary Fukunaga, conocido principalmente por su versión de “Jane Eyre”. Aquí se revela como un auténtico maestro, y a partir de ahora seguro que le empiezan a llover ofertas. Uno de sus próximos proyectos es una nueva versión de “It”, película que contará con dos partes basada en la magnífica novela de Stephen King.

En cuanto al comentado final, mucha gente se ha decepcionado porque esperaban un giro fantástico en el último momento, o una respuesta a todas las preguntas que se hacían (¿qué es Carcosa?). Personalmente, me alegro que no se carguen a ninguno de los protagonistas, y sobre todo, me ha encantado, esa maravillosa conversación que cierra la serie y que habla sobre la eterna batalla entre el bien y el mal. Esa conversación sirve para que veamos el giro de 180 grados que han sufrido los dos detectives a lo largo de la temporada, viendo a un Rusty que tiene esperanza y que dice que la luz le va ganando la batalla a la oscuridad.

Por último, solo me queda recomendaros esta enorme serie que dura menos de lo que muchos desearíamos, y que sobre todo, demuestra por qué HBO siempre está un paso por delante del resto de cadenas.


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