miércoles, 19 de marzo de 2014

"Cadena perpetua", el largo camino a Zihuatanejo


"Algunos pájaros no pueden ser enjaulados, sus plumas son demasiado hermosas. Y cuando se van volando, esa parte de ti que siempre supo que era un pecado enjaularlos, se alegra. Aun así, el lugar en el que vives es mucho más gris y vacío cuando ya no están. Supongo que echo de menos a mi amigo."

Hay películas que permanecen en el recuerdo colectivo y que se ganan el cariño de la mayoría de las personas que las han visto. "Cadena perpetua" es una de esas películas, que 20 años después de su estreno, no ha perdido un ápice de su calidad y sigue siendo un filme sobresaliente. De hecho, la película de Frank Darabont copa el primer puesto de la popular web estadounidense  IMDb.

"Cadena perpetua" adapta el relato “Rita Hayworth y la redención de Shawshank”, que junto con otros tres conforma la antología “Cuatro Estaciones”, del famoso escritor Stephen King. Alejado del género de terror, el relato que adapta la película transcurre en un ambiente carcelario. Andy Dufresne, un apocado banquero, es acusado del asesinato de su esposa y del amante de ésta, y como todas las pruebas parecen incriminarlo, es condenado a dos cadenas perpetuas, una por cada uno de los crímenes. Andy no deja de mantener su inocencia incluso en la cárcel. La trama nos contará la vida de Andy en la prisión de Shawshank y la amistad que traba con uno de los presos allí internados, Red Redding. 

Es una cinta enmarcada en el subgénero carcelario, sí, pero aquellos pocos que aún no la han visto, que no esperen un frenético thriller. Hay pinceladas de suspense, pero la cinta va mucho más allá. A través del narrador de la película, el preso Red interpretado por un contenido Morgan Freeman, conocemos al misterioso Andy, un tipo que no se parece a ninguno de los internos que residen en Shawshank. No es un tipo que busque problemas, de hecho no se relaciona con casi nadie y, hasta pasado un mes, podría decirse que ni siquiera habla con nadie. Tras unos dos primeros años duros, gracias al ingenio e inteligencia de Andy en asuntos de índole financiera, conseguirá ganarse el favor de los carceleros, como el brutal capitán Hadley, o el del alcaide, el implacable Samuel Norton.


También hay que decir que no es una película con excesiva violencia, pero que, cuando ésta aparece, nos devuelve de un brutal mazazo la dura realidad de la vida carcelaria. Son varias las palizas que se propinan a los presos, la mayoría de ellas propinadas por Hadley, pero también por los propios reclusos, como hace el clan de Las Hermanas. Darabont no se recrea en ello, al igual que tampoco muestra las violaciones que sufre Andy, pero cuando muestra, repito, la violencia es contundente y seca, nada de florituras visuales.

La narración de “Cadena Perpetua” sigue el esquema clásico de introducción, nudo y desenlace, apenas hay flashbacks (los que hay se reservan para la resolución de la trama). Tampoco hay grandes movimientos de cámara. Como decía el propio Darabont, la fuerza de la película reside en su guión, a lo que añado que también hay que sumar un reparto espléndido, así como banda sonora y fotografía. Entre sus escenas destacadas se encuentran la de los títulos de créditos iniciales, donde vemos el juicio en el que se procesa a Andy; aquella en la que son elegidos para limpiar un tejado y Andy revierte su futura situación; ésa en la que vemos lo que Norton es capaz de hacer por mantener a Andy a su servicio; o también cuando aprendemos lo que significa “institucionalizarse” a través del memorable personaje de Brooks.

Aunque si hay algo que recuerdan con especial cariño los admiradores de esta película es su espectacular desenlace. Treinta minutos de epilogo que sirven para, primero, dejarnos con la boca abierta, segundo, explicarnos con pelos y señales todo lo sucedido para que no perdamos detalle, tercero, definirnos como nunca nadie nos ha definido los conceptos de “amistad” y “libertad”, y cuarto y último, dejarnos con la piel de gallina.


Tim Robbins y Morgan Freeman son la pareja protagonista de esta gran historia. Robbins interpreta a Andy, y nos le creemos como ese hombre tímido y reservado, pero también inteligente, culto, y cuando hace falta, agresivo e impertinente. Por otro lado, Morgan Freeman encarna al narrador y amigo Red, por la que fue candidato al oscar a mejor actor principal. Freeman vuelve a encarna a un personaje amable y cercano con el que empatizamos nada más verle, por eso nos cuesta más creernos la razón por la que se halla preso. Bob Gunton es el alcaide Norton, representando esa intrínseca hipocresía de la que hacen gala aquellos personajes públicos que siempre están dando lecciones pero luego, en su vida privada, hacen lo que les viene en gana.

Ya hemos hablado de la labor de Frank Darabont, un excelente narrador de historias, y sobre todo, el mejor “adaptador” de Stephen King a la gran pantalla. Si no me creéis, mirad “La milla verde”, otro extraordinario relato también ambientado en una cárcel pero con toques sobrenaturales, o “La niebla”, ese pesimista retrato del ser humano con uno de los finales más demoledores (y efectistas), que se recuerdan. Estos últimos tiempos anda ocupado en la televisión: fue showrunner hasta hace poco de la cada vez peor “The Walking Dead” y dirigió su brillante episodio piloto. También ha hecho “Mob City”, pero la han cancelado tras su primera temporada. Darabont debería estar mejor considerado de lo que está, en serio.

Por último, si hay alguien que aún no haya visto esta impresionante y a la vez sencilla película, que lo haga. No creo que luego se arrepienta.

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