"Peleas mejor que follas."
“300: El origen de un imperio” es la muy anunciada secuela
de "300", la adaptación (o mas bien traslación) de la novela gráfica de Frank
Miller que se convirtió en un exitazo, que caló más de lo que mucha gente cree
en la cultura popular y que lanzó al estrellato a su director, Zack Snyder. Su
secuela tenía muy difícil superar a su antecesora, cosa que no ha conseguido,
quedando una entretenida película de aventuras.
Una de las desventajas con las que partía la original "300" era que había
una obra previa que adaptaba. La película superó este reto, haciendo llegar a
millones de espectadores la obra de Frank Miller y dando a conocer la odisea y
valentía de 300 espartanos que desafiaron a todo un imperio. Si esta cinta
tenía épica, carismáticos protagonistas y escenas que quedan en el recuerdo y
frases que aún hoy perduran, la secuela no tiene nada de eso, pero la verdad es
que en sus cien minutos de duración nunca aburre.
Aunque se nos venda como una secuela, “300: El origen de un
imperio” cuenta una historia paralela que empieza antes y termina después que
la aventura del rey Leónidas y sus soldados, llegando a cruzarse con personajes
de la primera película, como Gorgo o Jerjes. Son estos pequeños detalles los
que hacen que la relacionemos con la cinta de Zack Snyder, porque aparte de
eso, podría haberse vendido como una película original y no relacionada con "300", y nos lo habríamos creído.
Cuando se decide hacer una secuela de una película,
normalmente imperan dos razones: aportar algo más al universo descrito en la
primera, o simplemente hacer dinero; y si me apuráis, el segundo motivo impera
mucho más. La realidad es que no hacía falta aportar nada más a “300” por el
simple motivo de que era una historia bastante cerrada. ¿Entonces el por qué de
esta secuela? Creo que la razón es exprimir la gallina de los huevos de oro. Aunque esto que voy a decir suene un poco exagerado, "300" marcó un antes y un
después en el cine de aventuras. Ahora han salido multitud de copias y
herederas de su estilo; la mayoría malas y sonados fracasos (“Furia de
titanes”) y algunas buenas (la serie “Spartacus”).
Los jefazos se creían que metiendo imágenes a cámara lenta,
espectaculares luchas con bastante toque gore, algo de sexo y alguna frase que
resuene en el cerebro de los espectadores. Para su desgracia, con eso no basta.
Ninguna de las luchas es memorable, los personajes, salvo el de Artemisia, nos dan un poco igual y apenas empatizamos con ellos. El protagonista
Temistocles hace lo que puede, pero a lo
largo de toda su presencia en el metraje no consigue la mitad de la mitad del
carisma que tenía Gerard Butler en una sola escena.
Pero a pesar de lo dicho, no todo me parece malo. La
película entretiene muchísimo y el metraje se pasa volando. La violencia descarnada hace
que nos revolvamos en la butaca y nos lo pasemos como auténticos niños
pequeños, e incluso nos alegra ver a alguno de los personajes de la primera cinta para
saber cómo les va.
Respecto al reparto, el encargado de dar vida al
protagonista Temístocles es Sullivan Stapleton, desconocido actor hasta ahora,
al que habíamos visto en joyitas como “Animal Kingdom”. Stapleton hace lo que
puede con un personaje que, si bien no es carismático, es de los que inspiran
tal confianza que no dudarías en ir con él hasta la misma muerte, por lo que
comprendes la fe que tienen en él sus soldados atenienses. Su enemiga es la
cautivadora Eva Green, haciendo de la brutal Artemisia, quien, en la sombra, es
la artífice del poder del que presume el imperio persa. Green rebasa sensualidad
y brutalidad a lo largo de todo el metraje, y es ella lo mejor de la película. A
ellos los acompañan viejos conocidos como Lena Headey, que repite brevemente
como la reina Gorgo, y que además ejerce como narradora de la historia que se
nos cuenta. También está Rodrigo Santoro como Jerjes, pero su presencia no es
tan imponente como lo era en su antecesora, siendo aquí un dios mucho más
terrenal.
El director es Noam Murro, que antes de la presente película
sólo tenía dos largometrajes en su haber. Munro se dedica a copiar decisiones
estilísticas de “300” como si con eso bastara para impregnar de épica un filme
carente de toda ella. Por lo menos logra mantener el ritmo a lo largo de toda
la cinta y no nos satura con batallas y muertos por doquier.
Por último, si buscas algo de la épica y carisma que te encantó en “300”,
ésta no es tu película; por otro lado, si buscas entretenimiento a raudales y
pasar un buen rato para dejar la mente en blanco, no lo dudes, “300: El origen
de un imperio” es tu película y satisfará tus expectativas.
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