domingo, 27 de octubre de 2013

"El quinto poder", historia de un ego



"No es un periodista; es una amenaza contra la seguridad nacional."

El portal de información Wikileaks salió en titulares de informativos y de periódicos de todo el mundo hace tres años cuando filtró más de 200000 cables diplomáticos entre el departamento de estado de Estados Unidos con sus embajadas de todo el mundo. La película cuenta la historia de la incorporación de Daniel Berg (correcto Daniel Bruhl) a la organización creada y dirigida por Julian Assange (notable Benedict Cumberbatch).

La película abarca un periodo de tiempo de tres años, desde que Daniel Berg conoce a Julian Assange y se hace su colaborador, hasta la famosa filtración comentada antes, que hizo que saliera a la fama el controvertido personaje creador de Wikileaks.


Respecto al desarrollo argumental y a la estructura, “El quinto poder” recuerda inevitablemente a “La red social”: la creación de un imperio informático, amistades rotas por la ambición y el éxito o el temperamento de sus personajes principales. Julian Assange y Mark Zuckerberg comparten varias características: son introvertidos, megalómanos, ambiciosos, y un tanto misántropos, puesto que en su camino al éxito no les cuesta dejar a sus mejores amigos por el camino; sin embargo, mientras que la película de David Fincher es un film sobresaliente como poco, “El quinto poder” es una mezcla muy rutinaria de drama y thriller.

En “El quinto poder” conviven dos historias paralelas y complementarias: la relación de amistad y admiración entre Assange y Berg, y por otro lado, la creación y consagración del portal Wikileaks como ejemplo y forma de quinto poder que se explica al final de la película. Pero aunque la cinta es entretenida y las dos horas de duración no pesan, también es verdad que no hay nada que destaque en ella o que deje un recuerdo memorable.


El director Bill Condon ha ganado mucha popularidad recientemente por dirigir las dos últimas entregas de la saga “Crepúsculo”, aunque su labor más reconocida es la de guionista de películas como “Dioses y monstruos” (oscar al mejor guión adaptado)  o “Chicago”. Aquí hace un buen trabajo al imprimir ritmo en la historia, aunque a veces puede abrumar el exceso de información que se nos muestra en pantalla.

En el apartado actoral, el peculiar personaje de Julian Assange está encarnado por el gran Benedict Cumberbatch, actor que sale en todos lados y muy de moda últimamente. Se merece todos los méritos que le reconozcan, porque ya sea encarnando a la versión moderna del detective creado por Arthur Conan Doyle o el nuevo malo de la franquicia “Star Trek”, el británico siempre sale airoso, y si bien es un poco difícil empatizar del todo con el autodidacta australiano, alguna que otra vez logra que le comprendamos (la entrevista final), y eso es obra del actor británico. Por otro lado, encarnando a su, primero, amigo, y después rival Daniel Berg, está Daniel Bruhl, haciendo una función correcta donde sabe que la atención y el protagonismo recae en su compañero de reparto. También encontramos en papeles muy pequeños a Laura Linney y Stanley Tucci, que trabajan en el departamento de estado y que se ven afectados constantemente por las informaciones que filtra el portal de Assange.

En resumen, es una película bastante entretenida que sirve para pasar el rato pero que no destaca sobre ninguna de la otras películas en cartelera.

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