Otro grande que se va demasiado pronto. Hace unos minutos me he enterado de que uno de los actores más grandes que hemos tenido el placer de disfrutar, Philip Seymour Hoffman, ha sido hallado muerto en su apartamento de Manhattan. Tenía 46 años.
Empezó en el cine con pequeños papeles secundarios en películas como "Esencia de mujer" o "Twister", pero fue el también enorme Paul Thomas Anderson quién nos descubrió a un actorazo en "Boogie Nights" y "Magnolia". La fama mundial le llegó en 2005, cuando dio vida a una de los escritores más célebres de la literatura moderna, Truman Capote, en la película del mismo título, con la que consiguió, entre otros premios, el ansiado Oscar.
A partir de ahí, su carrera despegó e interpretó a seres tan despreciables como sus personajes en "Misión imposible 3" o "Antes que el diablo sepa que has muerto", o ambiguos como los de "La duda" o "The Master".
Es una pena pensar que nunca más disfrutaremos de las interpretaciones de un ACTORAZO (sí, con mayúsculas), que era igual de eficaz dando vida a la ternura viva (el enfermero de la ya mencionada "Magnolia") o al más vil de los seres humanos (el avaricioso personaje de la también comentada "Antes que el diablo sepa que has muerto").
Descansa En Paz, Genio.
