lunes, 13 de octubre de 2014

"La isla mínima", sensacional muestra de cine negro


"Todo en orden, ¿no?"

Tras cosechar magníficas críticas en el último Festival de Cine de San Sebastián y llevarse uno de los premios gordos (mejor actor para Javier Gutiérrez), el pasado 26 de septiembre llegó a la cartelera de nuestro país “La isla mínima”, la última película de ese magnífico realizador que es Alberto Rodríguez y al que los medios deberían dar más publicidad. Rodríguez, después de su incursión en el policiaco con la brillante “Grupo 7”, repite género y se supera, entregando una brillante obra, negra como los crímenes que pueblan por ella.

“La isla mínima” cuenta la historia de la desaparición de dos hermanas adolescentes en un pueblo de Andalucía durante la celebración de la feria local. Dos policías de Madrid, bastantes opuestos, son asignados para resolver el misterio y averiguar cuál es el paradero de las jóvenes. Si de entrada no parece un caso sencillo, cuando lleguen allí descubrirán que las cosas sólo pueden ir a peor, ya que los secretos de los habitantes y la poca actitud cooperativa de los mismos dificulta aún más la resolución del caso.


Desde que salieron las primeras imágenes y tráilers, las comparaciones con la magnífica serie "True Detective" no tardaron en aparecer. Es verdad que es inevitable que las similitudes reluzcan: una pareja de detectives que son como polos opuestos, un horrible crimen sin resolver, la acción se desarrolla en una de las zonas denominadas de la España (o América) profunda donde hay poco que decir y mucho que callar. Pero es que esos patrones y muchos otros podemos encontrarlos en más del 50% del género policiaco, por lo que si ha tenido algo de mala suerte la película de Rodríguez es que, dentro de un lapso temporal muy corto, haya sido la segunda en aparecer.

La película ya impresiona desde los títulos de créditos iniciales: unos preciosos planos cenitales que nos muestran desde gran altura los hermosos paisajes dónde va a ocurrir esta historia ambientad en 1980. Pero la película no acaba ahí; la oscura y hermosa fotografía impregna la película de un tono malsano, donde pasamos del calor y humedad de los primeros compases hasta la densa lluvia en la que se ubica el impactante clímax final. Es difícil destacar secuencias o escenas aisladas, pues todo funciona como un engranaje de relojería. Aparte del ya mencionado clímax final, resaltan los brutales interrogatorios orquestados por el personajes de Javier Gutiérrez, la tensa escena en la barca con los dos policías en un entorno claustrofóbico, la persecución nocturna entre los coches y la demoledora conversación final que dota de un nuevo sentido a lo visto hasta el momento.


En cuanto al fenomenal reparto, hay que destacar a Javier Gutiérrez, que parece que va a llevarse unos cuantos premios esta temporada, por su brillante interpretación de Pedro, el oscuro policía de incierto pasado y maneras poco ortodoxas de llevar a cabo la investigación que se le ha encomendado. Gutiérrez, alejado del registro cómico que le ha hecho conocido en España, compone magistralmente un personaje único y cuya interpretación bien vale todos los halagos y reconocimientos que reciba (y los que no, también). A su lado está Raúl Arévalo, interpretando a la otra mitad de la pareja de agentes de la ley que lleva el caso. Arévalo también compone un gran personaje, diaametralmente opuesto a su compañero pero también brillantemente diseñado (aquí no hay blancos ni negros, siempre grises) pero que no llega a los niveles de Gutiérrez. En papeles menores pero cruciales en la historia, brillan Antonio de la Torre, como es costumbre, Nerea Barros, como la afectada madre de las jóvenes desaparecidas, Jesús Castro, que tras el éxito de “El Niño” vuelve a participar en un tenso thriller, y Manolo Solo, como ese deleznable periodista conocido en su familia como un remedo de Truman Capote.

El encargado de la puesta en escena, y que también coescribe el guión junto a su habitual guionista Rafael Cobos, es Alberto Rodríguez. El sevillano demuestra mano de hierro en sus dos facetas, traduciendo un guión de hierro en las imágenes de la película, cuya magnifica fotografía a cargo de Álex Catalán define el tono, el paisaje y hasta a los propios personajes. A pesar de no ser candidata para representar a nuestro país en los próximos Oscar, seguro que es aspirante y favorita para triunfar en la siguiente edición de los premios Goya.

Para finalizar, recomiendo a todos aquellos que aún no se hayan acercado al cine a ver a esta negrísima historia que trata una parte de nuestra historia, que vayan a verla y se sumerjan (o padezcan, siempre en el buen sentido) en el relato de la amarga desaparición de dos jóvenes andaluzas, cuya explicación es de las que le revuelven a uno el ánimo y el día. ¿Qué la disfruten?

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