martes, 21 de octubre de 2014

"Perdida", el tesoro de Amy


"¿En qué estas pensando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?"

Hay algunos directores, generalmente no muchos, que son reclamo para los espectadores, y que cuentan con una legión de fieles seguidores que irán a ver su próxima obra al cine y cuyo estreno suele ser expectativa de una buena porción de la taquilla de cualquier país. Clint Eastwood, Woody Allen, Pedro Almodóvar, Alejandro Amenábar, Steven Spielberg, Ridley Scott, Martin Scorsese y un largo etcétera. Otros que no he mencionado y que son aquellos por los que servidor siente autentica devoción son Christopher Nolan, Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson, Steve McQueen y,  el que hoy nos ocupa, David Fincher, con motivo del estreno de “Perdida”.

“Perdida”, película de la que es difícil hablar sin destriparla, es la adaptación de la novela homónima de Gillian Flynn, autora también del guión. En ella se cuenta la historia de la desaparición de Amy Dunne en la mañana del quinto aniversario de su boda. Su marido, Nick, inicia una mediática campaña para encontrarla, pero observaremos que su comportamiento es bastante hierático y sospechoso, lo que hará que pronto recaigan sobre él las sospechas como culpable de lo sucedido a su mujer. Decir que la película trata de la típica investigación policial sobre una desaparición digna del telefilme más entretenido que nos podamos encontrar cualquier sábado por la tarde sería decir muy poco y simplificar demasiado su compleja trama, así que en los siguientes párrafos se describirá más en profundidad, por lo que si nos has visto la película, NO SIGAS LEYENDO (SPOILER).


Ahora que podemos hablar sin tapujos, la ultima peli de Fincher, además de ser un absorbente thriller  con investigación policial y que incluye esos giros finales que pueden recordar a “Seven”, “The Game” o “El Club de la lucha” también es, primero, una sórdida y lúcida recreación de lo que consiste cualquier relación de pareja, incluyendo el gran paso de confirmación que es el matrimonio, y, segundo, una brutal sátira de la triste realidad de los medios de comunicación y su enorme poder sobre sus receptores. Pero vayamos por partes.

Por un lado, “Perdida” es un relato sobre la historia de (des)amor de Nick Dunne y Amy Elliot, que vamos conociendo gracias al diario escrito por la segunda.  En dicho diario descubrimos como se conocieron, se enamoraron y luego dejaron de estarlo. Es asombroso como Fincher en la dirección y Flynn en el guión nos muestran de una manera tan simple como eficaz el funcionamiento de la gran mayoría de las relaciones sentimentales: Nick quiere seducir a Amy intentando disminuir los defectos al mínimo y potenciar las virtudes al máximo, y una vez que consigue lo que quiere, muestra que, en realidad, no es tan perfecto como aparentaba; es decir, miente, cosa que Amy no asimila muy bien.


Por otro lado, el circo mediático que se monta alrededor de Nick Dunne, debido, en gran parte, a la intensa campaña iniciada por él mismo para hallar el paradero de su desaparecida esposa, se vuelve en su contra ya que su actitud no corresponde con lo que la sociedad espera de alguien en una situación así. Y este escenario es extrapolable a nuestro país: cada vez que ocurre un suceso criminal que se mediatiza por su gran impacto social, las cadenas nos inundan con programas que rellenan horas y horas de tertulias con expertos que no saben nada y que se convierten en jurado, juez y verdugo. Nick pasa de ser el desconsolado y pobre marido a un tipo sospechoso y, en última instancia, el malvado asesino de su mujer, todo ello porque, en realidad, es un tipo bastante taciturno y al que le cuesta ocultar que la llama de su matrimonio se apagó hace bastante tiempo. El propio Nick le dice a su hermana que le iba a pedir el divorcio a Amy. En cuanto al famoso debate que se ha creado sobre la misoginia de la película, dedicaré una entrada aparte.

Respecto a escenas y secuencias destacadas hay una gran variedad para elegir, pero si tuviese que resaltar algunas podrían ser los austeros títulos de créditos, la conversación de Nick con su suegra, explicando por qué actúa como actúa; cuando Nick es consciente del engaño; Amy relatando su propia desaparición; la última y escabrosa escena de sexo; la conversación en la ducha o las brillantes y demoledoras secuencias finales que sirven para redondear la historia, con esa desgarradora conversación entre Nick y su hermana Go.


El reparto lo encabeza un gran Ben Affleck, siempre criticado como actor para justificiar el elogio por su labor como director. La verdad es que no es que vaya a pasar a la historia como uno de los mejores actores, pero aquí compone un personaje difícil y con muchos matices, ya que a pesar de ser literalmente un poco capullo (bastantes personajes se lo recuerdan) es muy fácil empatizar con él. Pero la estrella de la peli es Amy, una grandísima Rosamund Pike que manipula al espectador, logrando enamorarte casi nada más conocerla para luego desengañarte. Tanto ella como Fincher y Flynn logran que el personaje siempre esté presente a lo largo de la primera mitad, cuando su presencia casi es anecdótica. En este aspecto me recordó mucho a la “Rebecca” de Hitchcock. Las mejores interpretaciones de las carreras de ambos, y especialmente ella, que está para que le den el Oscar.

En el plantel de secundarios destacan dos enormes Carrie Coon y Kim Dickens aportando personalidad, carácter y valentía a dos de los mejores personajes del relato. Con interpreta a Go, la sarcástica hermana melliza de Nick, y Dickens, muy alejada del rol que tiene en “Sons of anarchy”, interpreta a la brillante e inteligente policía encargada de la investigación Rhonda Boney. También en papeles más breves cumplen con solvencia Neil Patrick Harris, en su primer papel dramático de envergadura, Tyler Perry y Sela Ward.


David Fincher, encargado de la puesta en escena, vuelve al género que le hizo famoso y nos entrega una fascinante disección sobre la psicopatía y el mal en nuestra sociedad. El guión de Flynn adapta  el libro de manera magnífica, capturando el espíritu y las sensaciones de la novela, por lo que los que hayas leído el libro podéis estar tranquilos: esta vez una adaptación está a la altura. Tampoco quiero olvidar la enorme banda sonora compuesta por Trent Reznor y Atticus Ross, que dotan a una atmósfera ya de por sí malsana, sordidez y tensión. Su trabajo merece un reconocimiento especial.

Para finalizar, y aprovechando que la fiesta del cine se celebra la semana que viene, recomendaros que os acerquéis al cine a disfrutar, tanto como podáis, la última obra de uno de los mejores cineastas actuales, y una de las mejores películas que hay en cartelera. Algo huele a podrido en Missouri.

"¿En qué estas pensando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?"



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