martes, 4 de febrero de 2014

"El Lobo de Wall Street", excesivo festín de la depravación



"No hay nobleza en la pobreza. He sido un hombre pobre y he sido un hombre rico. Y prefiero ser rico todas las putas veces."

"El Lobo de Wall Street" es la última película de ese genio de grandes cejas y pequeña estatura llamado Martin Scorsese, y su quinta colaboración con Leonardo DiCaprio. Este último ha ganado el Globo de Oro a la mejor interpretación de comedia, hecho sobre el que ironizó cuando recogió el premio. Sinceramente, creo que el premio no podría haber sido más acertado para una comedia negra que parece definitiva, un impresionante y excesivo festín sobre la depravación.

La película está basada en las memorias de Jordan Belfort, un exitoso bróker de Wall Street, cuyas ansias de poder le llevaron a constituir una de las empresas más poderosas del sector bursátil, Stratton Oakmont, pero que debido a su ritmo de vida y a su insaciable avaricia, cometió delitos y fraudes legales y fiscales que acabaron con su todopoderoso imperio, lo que le llevó a la cárcel durante casi dos años.

La película ha recibido multitud de críticas negativas debido a que, según sus más acérrimos detractores, no sólo no juzga ni reprocha la actitud de Belfort, sino que parece idealizar y defender a un hombre que se aprovechó de gente más ignorante que él para sacar toda su fortuna. No creo que la misión de un director sea juzgar; como muy bien dice Scorsese, él se encarga de mostrar, y debemos ser nosotros, los espectadores, quienes valoremos al lobo de Wall Street.


La película es un soplo de aire fresco, tanto en el panorama cinematográfico como en la carrera de su director. Es muy difícil clasificar esta película en un género. La historia que se nos cuenta es un auténtico drama, pero la forma de contarla hace que nos desternillemos varias veces durante el extenso metraje sobre lo que vemos en pantalla. ¿Entonces qué es? ¿Una comedia o un drama? Yo diría que es un drama disfrazado de comedia, pero es eso y mucho más.

Una de los hechos que más destacables sobre el rodaje es que se dio bastante carta blanca a la improvisación. El resultado de ello es que se consiguen momentos y secuencias tan geniales y disparatados como el efecto de ciertas drogas en el personaje de un excelente Jonah Hill, que le hace masturbarse en público; el himno del que hace gala el personaje de un breve pero hilarante y genial Matthew McConaughey; o los efectos de las caducadas pastillas Lemons en Belfort en una de las secuencias más extremas, locas y gráficas no sólo de la película, sino de toda la filmografía de Scorsese.

Otra de las novedades de esta película es el grafismo y la libertad que hay en las numerosas escenas de sexo y drogas que impregnan la película. Las orgías que vemos, una de ellas sin mujeres de por medio, la cantidad de desnudos  que se cuentan por decenas, las cantidades industriales de cocaína y otras drogas que devoran Leonardo DiCaprio y Jonah Hill a lo largo de tres horas, son ejemplo de esta explicitud, todo ello sin un ápice de moralidad o ética que señale lo que está bien y lo que está mal.


Porque, refiriéndome al párrafo anterior, ¿cómo puedes retratar la vida de un alcohólico drogadicto adicto al sexo sin mostrar drogas ni desnudos? Simplemente no puedes, y Scorsese es consciente de ello. No me parece que cualquiera de las escenas señaladas sea gratuita, sino todo lo contrario; creo que refuerzan el discurso y carácter lúdico de la cinta. No seré yo quien diga si hay que tomarse esta cinta en serio o no y que a veces nos hacen dudar de la credibilidad del argumento, como las infinitas orgías que se suceden en las oficinas de Stratton Oakmont, que parecen sacadas de cualquier capítulo de la serie “Spartacus”. Tomáosla o no os la toméis en serio, pero disfrutadla.

Otro aspecto a señalar es la extensa duración de la cinta, la más larga de Scorsese hasta la fecha. ¿Eran necesarias tres horas para contar el desfase de vida de Jordan Belfort? Algunos dirán, y les entiendo, que si no hubiesen sacado tanta fiesta, tanta orgía y tanto baile, la película podría haber durado sólo dos. Está bien, lo acepto; sin embargo, creo que si durase menos, no sería “El Lobo de Wall Street”, y no sería ese enorme espectáculo del exceso, la perversión y el vicio que es.

¿Y qué decir de la banda sonora? Pues que a veces desearía que Scorsese, junto a Tarantino, le pusiera música a mi vida. Aquí no suenan los Rolling, pero la playlist es impresionante. En cuanto llegué a casa, me puse a buscar varios de los temas que no conocía para saciarme un poco más en casa. Sirva como ejemplo la versión de "Mrs. Robinson" de The Lemonheads que encabeza este post.


Respecto a los actores, Leonardo DiCaprio vuelve a demostrar por qué es uno de los mejores actores del momento, callando bocas a aquellos que le acusaban de tomarse a sí mismo demasiado en serio. DiCaprio se muestra en su salsa en un radical cambio de registro respecto a lo que nos tenía acostumbrados, dando vida a un personaje que hace de la desmesura y la depravación su estilo de vida. Nos le creemos cuando esnifa, cuando toma pastillas, cuando chulea, cuando folla e incluso nos le creemos las pocas veces que aparece sobrio en pantalla. No voy a decir si debe ganar el oscar o no, lo que está claro es que se lo merece; lo malo es que tiene duros competidores, y uno de ellos, Chiwetel Ejiofor, tambiénhace un impresionante papel merecedor de todo elogio, así que la injusticia será igual ya que sólo va a haber un solo ganador.

En cuanto al resto del reparto, destaca Jonah Hill en su mejor interpretación hasta la fecha, con un personaje alocado y pasado de vueltas que le sienta como un guante. Merecidísima y justísima su nominación al oscar. Pero también está Matthew McCounaghey que, en apenas un par de secuencias, se gana el título de “robaescenas” (¿del año?),  exhibiendo el gran momento profesional que atraviesa. Como dijo su compañero Jared Leto en “Dallas Buyers Club”, film por el que McConaughey está nominado al oscar a mejor actor y es favorito, no me habría parecido nada extraño si le hubiesen nominado también por su intervención como el mentor de Belfot, Mark Hanna. Todo el reparto está impresionante y no chirría ninguno, como la exuberante Margot Robbie, el desatado Rob Reiner, un estrafalario Jon Bernthal (desternillante su personaje y la escena de la venta del bolígrafo), o un fugaz y seductor Jean Dujardin.


Detrás de la cámara está Scorsese, poniendo un poco de orden a tanta locura, que si bien se evidenciaba en “Uno de los nuestros” y resultaba más evidente en “Casino”, aquí da rienda suelta a todo su savoir faire sobre contar historias. Durante las tres horas de película imprime un ritmo endiablado (Telma Schoonmaker al montaje) que ya quisieran muchos directores actuales, que creen que por hacer planos de menos de un segundo ya tienen ritmo. Porque además de que me parece uno de los mejores directores de la historia, también le tengo muchísimo cariño personalmente (no, no lo conozco pero ojalá) porque piensa en el espectador sin renunciar a la historia que está contando ni a su estilo. En los extras de la magnífica “Casino”, dice el italoamericano que es muy consciente que una película de tres horas puede aburrir al espectador, por lo que intenta hacer sus películas lo más entretenidas posible. Bravo. Un genio que cuenta historias que le apasionan y que también piensa en el espectador. No creo que sea incompatible una cosa con la otra.

Mientras veía "El Lobo de Wall Street", me venía a la cabeza "Uno de los nuestros", pero es que los personajes principales y sus historias de ascenso y caída son tan parecidas, sumado al hecho de que era el mismo director, que era casi inevitable. Pero esto no lo señalo como un defecto ni mucho menos, simplemente como una curiosidad. 

Por último, lo único que me queda por decir es recomendar esta soberbia película, que situaría la tercera en mi ranking de la dupla Scorsese-Dicaprio, ya que me parece un film notabilísimo pero sin ser obra maestra (“Gangs of New York” e “Infiltrados” sí las considero como tal). Así que pasen y vean, disfruten del cine en estado puro, el más libérrimo que se encuentra en cartelera, un prodigioso goce para los sentidos, dirigido por Scorsese y protagonizado por el Lobo de Hollywood, el inconmensurable Leonardo DiCaprio.

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