- Enhorabuena. Ahora lárgate y vuelve a la cama."
“Dallas Buyers Club” ha supuesto la confirmación, por lo menos a nivel público, de algo que se venía fraguando desde hace unos añitos: la reinvención (o como queráis llamarlo) de la carrera de Matthew McConaughey, esa texano eterno protagonista de la comedia romántica americana de los 2000, que desde la entretenidísima “El inocente” parece inmerso en una yincana personal en la que cada interpretación debe ser mejor que la anterior. Aquí, hay que decirlo, vuelve a estar magnífico.
La película cuenta la historia de Ron Woodroof, un electricista alcohólico, drogadicto, amante del sexo sin protección y bastante homófobo, que en 1986 es diagnosticado con el SIDA, y al que le estiman unos 30 días de vida. Ron, incrédulo al principio, y luego perplejo ante el defectuoso sistema sanitario, decide emprender en su propio tratamiento de la enfermedad, formando el club del título, en el que mediante contrabando se conseguían fármacos que no estaban aprobados por la legislación vigente en la época, pero cuyos resultados eran más que óptimos.
Una de las muchas virtudes que tiene la cinta es que se
aleja del tono que debería tener una historia dramática basada en hechos reales. No hay música
sensiblera, no hay un dramatismo excesivo que recargue de por sí una situación
tan dramática como lo es la lucha contra una enfermedad tan devastadora, y como
nos hacen ver muy bien los guionistas y el director, una lacra social y una
marginación para todo aquel que la padeciese. Sorprendentemente nos reímos bastante con ese
macarra de Ron Woodroof así como los afinadísimos diálogos que mantiene con un
también sobresaliente Jared Leto, que encarna el papel del transexual Rayon.
Otro punto a favor es que no se idealiza la figura del
protagonista. Woodroof es una de esas personas que probablemente no querríamos
tener demasiado cerca, pero tras el diagnóstico de su enfermedad, ve como
aquellos que consideraba amigos le dan de lado y le acusan de ser homosexual,
aunque en términos denigrantes y ofensivos. Tras la paradójica situación que le
depara el destino, se tendrá que ver rodeado de todas aquellas personas que en
un principio le daban bastante asco.
Una de las características que llaman la atención de la
película, y que puede ser una cualidad para unos al igual que una deficiencia
para otros, es que el centro de la narración es la aventura en la que se
embarca Ron para desafiar al gran imperio farmacéutico. No habla sobre el SIDA
y sobre sus víctimas con tanta atención como cabría esperar. Es verdad que hay
un drama humano, pero la narración se centra en la lucha de Woodroof por
subvertir la situación en la que se encuentra en vez un ejercicio más
introspectivo de la personalidad de Ron y su confrontación con el SIDA.
Entre las escenas a destacar, la brutal y engañosa secuencia
de inicio; aquella en la que Ron conoce el diagnostico; sus viajes de
contrabando; la secuencia en el mercado en la que Ron encuentra a un viejo
amigo; cada una que comparten Ron y Rayon o la emocionante y magnifica escena
en la que Rayon va a ver a su padre a pedirle dinero. Lo de Jared Leto es
impresionante en esta película, pero ya me explayaré más adelante.
Respecto a los intérpretes, sólo nos viene un nombre a la
cabeza: Matthew McConaughey. El papel por el que perdió 25 kilos y en el que se
quedó en una escuálida figura. ¿Mereció la pena? Pues sí. McConaughey vuelve a
demostrar que es uno de los mejores actores del momento en otro papel muy
alejado de los tipos buenos que caracterizaron la anterior etapa de su carrera.
Ahora apuesta por papeles más arriesgados, y no sólo sale indemne, sino que se
luce como el que más y le roba el protagonismo y los aplausos a todo aquel que
ande cerca. Por otro lado, también tengo que decir que ésta no me parece su mejor
actuación (le prefiero en "True Detective" o "Killer Joe"), lo que no quiere decir que lo haga mal, de hecho, vuelve a estar
espléndido. Eso sí, si me tengo que mojar y decir si le hubiese dado el oscar,
yo diría que no, prefiero las interpretaciones de DiCaprio o Chiwetel Ejiofor,
pero bueno, de todas maneras me alegro por el texano, y por currarse una
carrera que, en los últimos tres años, es digna de ejemplo.
Le acompaña el también oscarizado Jared Leto, también ídolo
guaperas como su compañero, y que compone, probablemente, el personaje que mas
ternura y simpatías despierta en la película, el transexual Rayon. Ya sólo con
su primera intervención se gana al público, y a pesar de que no aparece tanto
como uno desearía, su interpretación es memorable y conmovedora. Si tengo que
volver a mojarme en cuanto al merecimiento o no de la ansiada estatuilla, diré
que Jonah Hill y Michael Fassbender eran muy buenos candidatos, y se lo
hubiesen dado, también habría sido merecido. No obstante, es de alabar el
esfuerzo y dedicación que tanto Leto como McConaughey demuestran en sus sólidas
interpretaciones. En un segundo plano también están unos correctos Jennifer Garner y Denis O'Hare.
El canadiense Jean-Marc Vallée es el encargado de dirigir el
guión de Craig Borten y Melissa Wallack, que estuvo casi 20 años dando vueltas
hasta que logró hacerse. La película es entretenida y arriesga al no
convencionalizar su trama, apostando por el humor y las ganas de vivir, contagiándonos
el entusiasmo de su protagonista. Creo que no sería nada lógico hacer un
melodrama de un personaje que aborrecería tal concepto, aunque en las escenas
finales se dejen escapar el tono que habían trabajado hasta entonces, pero es
una pequeña concesión.
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