lunes, 6 de enero de 2014

"Toy Story 3", los juguetes nos dicen adiós



“Sunnyside es un lugar de amargura y sufrimiento regentado por un malvado oso que, además, huele a fresas.”

"Toy Story 3" es la undécima película de la factoría Pixar y que supone el cierre de la trilogía cuya primera parte supuso el debut de esta productora en los largometrajes, siendo a día de hoy un sello de calidad que se refleja en cada una de sus producciones. En el caso de la entrega que hoy nos ocupa, había cierto escepticismo ya que una tercera parte podría suponer un alargamiento innecesario la historia de unos personajes que nos habían regalado muy buenos momentos. En cambio, Pixar nos regaló la que, en mi opinión, es la mejor de sus producciones hasta la fecha.

La película comienza con una espectacular secuencia de acción que recrea una de las muchas aventuras que imagina Andy, el dueño de los juguetes que pueblan la saga de “Toy Story”. Esta escena supone una declaración de intenciones, ya que “Toy Story 3” supone un espectacular avance respecto a sus dos entregas predecesoras.

Andy se ha hecho mayor y dentro de poco irá a la universidad. Por ello, su madre le dice que guarde todo aquello que quiera conservar en el desván, y lo restante lo tirarán a la basura. Andy decide llevarse a Woody consigo, dejando al resto de los juguetes en el desván pero, debido a una confusión, los juguetes son llevados a la basura. Tras librarse de acabar destruidos y desencantados con la actitud de Andy a pesar de que Woody les dice que todo se debe a un error, deciden ir a Sunnyside, una guardería donde hacer felices a otros niños que sí sepan apreciarlos. Lo que no saben es que Sunnyside es el infierno de los juguetes, como bien describe uno de los personajes en la frase que encabeza este post.


Hay lugares que se han hecho míticos en el cine debido al terror que inspiran, como el Hotel Overlook de “El Resplandor” o Crystal Lake en “Viernes 13”. Sunnyside podría formar perfectamente parte de esa lista, ya que a pesar de que se nos presenta como un lugar idílico gracias a ese oso que huele a fresas llamado Lotso, del que hablaremos más tarde, no tardaremos en descubrir que es una prisión para sus nuevos habitantes, y de la que es casi imposible escapar.

Se le pueda acusar de que repite la premisa que desarrolla los hechos en “Toy Story 2”, pero aquí los temas son muchos más trascendentes, como si la propia historia fuese consciente de que este es el punto final y, por lo tanto, hay que darle el empaque que se merece. La amistad, el abandono, la madurez, el amor y hasta la muerte son algunas de las cuestiones que se tratan de manera brillante mediante la última aventura de Woddy, Buzz y compañía.


Porque si algo sorprende de esta entrega que, en principio, está destinada a un público mayoritariamente infantil, son las cotas de madurez y autoconsciencia que alcanza. Y para hablar de ello me voy a detener en la que considero la mejor escena de la película, y una de las mejores que he tenido el placer de disfrutar y sufrir al mismo tiempo en un cine, y esa escena no es otra que la del vertedero. Tras ayudar al malvado Lotso de una muerte segura, Woody y el resto de sus amigos le piden que pare el avance de la máquina, pero éste les abandona. Tras caer a un incinerador, parece que ya no hay una posible salida y que la aventura acaba ahí. Entonces todos los juguetes se miran unos a otros, y se dan la mano para vivir su último momento de vida juntos. Asumen la muerte y la afrontan de cara. Y no dicen nada, ni falta que hace. Woody les mira atónitos, como si no creyese que todo fuese a acabar ahí, pero tras mirar a Buzz, con una de esas miradas que bien valen un mundo, también le da la mano. Y juntos esperan su inevitable destino, ofreciendo una impresionante imagen y gráfica definición de lo que es la verdadera amistad, en la pantalla.

Cuando una película alcanza unas cotas tan altas de humanidad como las descritas en el anterior párrafo, sólo cabe rendirse ante esos genios que comandan Pixar, y que se encargan película tras película de regalarnos más de hora y media de felicidad absoluta. Parece que lo suyo no tiene fin, a pesar de que en vista del exitazo que supuso esta película, tanto a nivel de taquilla como de crítica, pretenden explotar la franquicia de los juguetes con una entrega más. Había prejuicios ante la tercera parte y nos sorprendieron enormemente, así que no nos adelantaremos hasta que se materialice la cuarta, aunque el listón, nunca insuperable, como mucho es igualable.

Así que si algo me queda en el tintero es deciros que la veáis, si aún no lo habéis hecho ya, un día tan apropiado como el de hoy, porque no os arrepentiréis. Una de las mejores películas que nos ha traído el nuevo milenio, y del anterior, también.

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